31 dic 2013

Receta para acabar con la crisis


Cómo acabar con la crisis

Cuando escucho hablar de la crisis, me entra una sensación mezcla de falta de esperanza e indignación. Y no es en vano motivado por las excusas que oigo sobre los motivos y soluciones. Cuando la crisis estalló, hace ahora ya varios años, y dependiendo, claro está, de con quién uno vaya a hablar, muchos de los compañeros del sector, avanzados a su época y visionarios del mañana, llegaron a decir “es ahora el momento, compañeros, ha llegado la hora de apretar, de exigir; ahora tienen que bajar sus costes, ahora tienen que apretarse el cinturón para vender; ahora podemos compras con precios menores que hace 10 años”. Pobre ingenuos. Sin darse cuenta de lo que estaban haciendo, cuando ya no quedó proveedor alguno al que ahogar con sus presiones y exigencias, poco a poco, fueron eliminando todo atisbo de esperanza de dar una vuelta a la situación de una manera ordenada, coherente y solidaria.

Eliminaron la calidad, la capacidad productiva, la innovación. Incluso mermaron la ética profesional empujando al precipicio de la desesperación a muchos y creando la producción basura. Pero no quedó ahí. Una vez las empresas ya no pudieron exprimir más a sus proveedores llegó el turno de hacer lo propio en casa. Y así, muchos de estos iluminatis, vieron su carrera meteórica truncada y acabaron engordando las listas del paro. Pero, como el río erosiona la orilla, se fue instaurando una orden del caos, de la inmoralidad, de la insolidaridad. El nuevo perfil de cliente es cruel, no tiene apego a sus proveedores y no valora la calidad. Se pretende contratar high level pero a low cost. Y, eso sí, la oferta es para hoy pero el pedido llegará dentro de 6 o 9 meses y para inicio de trabajos al día siguiente. Aunque, como estamos en crisis, los departamentos de compras y facturación del cliente no empezarán a funcionar hasta pasados 2 o 3 meses desde que te contrataron, con lo que cobrarás a día 25 del mes siguiente a 60 días, eso sí, como manda la ley. Con lo que los pobres proveedores, ya sin márgenes, sin apoyo económico, sin ayuda de los bancos, pasan a ser los nuevos financieros, asegurando con sus bienes el pago de sus propios clientes que, en el mejor de los casos, pagarán lo injusto e insuficiente pero en su totalidad, puesto que hoy en día lo más habitual es que la última factura no se pague.

Y qué hacemos ante esto? Está claro, pasar la pelota a nuestros proveedores. Claro, si a mí me aprietan, yo tengo que hacer lo mismo a los que me venden a mí. Lógica aplastante. Si algo se puede decir sobre las responsabilidades de nuestro gobierno ante esto es la enorme pasividad de hacer frente a la situación para inyector flujo de dinero en las pymes, que son el motor del país, y en apretar las tuercas a las aseguradoras y a los bancos para que suelten líquido. En lugar de eso, meten el dinero bajo una baldosa y a rentar.

Cuando oigo la palabra, aseguradora, me entran ganas cerrar el chiringuito. Y es que las empresas pequeñas, los autónomos y, sobretodo, los colchones entre cliente final y proveedores, no pueden, legalmente, asegurar nada. Eso sí, todo el mundo se asegura contra ellos. Alguien sería capaz de explicar cómo una empresa actual de ejecución de proyectos y/o obras, de esas que quedan, si de las de 2 a 10 personas en plantilla, que cobra a 60 días ‘legales’ (cerca de 210 reales) puede trabajar si está obligado a comprar a casi el contado?

Hagamos números, una obra actual de un importe de 100.000 € (ya sé que muchos me dirán, y dónde hay esas obras hoy día? Pero es un ejercicio didáctico), que tiene un margen de beneficio REAL, del 4 al 5 %, en el mejor de los casos, unos costes indirectos (para estas empresas serían la luz del almacén, los seguros – partiendo de la hipótesis de que no es una empresa pirata -, la secretaria, el teléfono, la furgoneta…) de un 17 % y unos costes directos (nóminas, subcontratas, material en casi el 60 % del coste) de cerca de un 79 %, está obligado a adelantar y financiar 96.000 € para ganar, limpios de polvo y paja, 4.000 €. Gran negocio, verdad? Claro, ante esta situación, tan normal para nuestros clientes y proveedores (aseguradoras incluidas), nos encontramos con el siguiente dilema: qué pasa si en lugar de pagar cerca de un 10 % en seguros y demás papeles legales y pagar entre un 15 y un 20 % más en los productos que instalo para mantener una cierta calidad, lo reduzco y vendo con el mismo o un precio poco inferior para llevarme la obra? Digamos que a 90.000 €. Si restamos estos importes, ahora financio 59.400€ y gano 30.600€ 



Pues sí, oiga, vale la pena ser un pirata. Es lo que se merece mi cliente. Él sólo mira que le vendo 10.000 € más barato que mi competencia y, si se pone dura la competencia, aún tengo mucho más margen para bajar. Luego, la pobre empresa (o autónomo) que decide que no, que no quiere ser pirata, que no quiere instalar cualquier producto basura, pues no puede bajar el precio pero sí tiene que oírse aquello de “pues tengo uno que lo hace casi por la mitad que tú” y el “a mí me da igual, yo le he contratado esto y ya se apañará para cumplir”. Pobre ingenuo… como el iluminati anterior, cuando empiece a explotar esta circunstancia, los piratas desparecerán y el marrón, para ti campeón, y a la calle también, a engordar más la lista del paro… Y qué pasa con el proveedor? Pues que tampoco va a vender productos buenos, porque el que más obras se lleva, el que más le compra, es ese figura “sin papeles” y con espíritu navideño del bazar “todo a 1€” que le da igual instalar esa luz última generación, eficiente energéticamente, con tecnología led de 2.000 años de vida que la fotocopia de la lámpara de oferta del IKEA enganchada con celo al techo. Mientras lo parezca y aguante… ya vale. Y cómo salimos de esta? Quemando los bancos, insultando en Facebook a los del gobierno a sus familias a sus mascotas, despotricando en la barra del bar donde almuerzo por las mañanas, en la comida familiar con los primos de mi mujer… Pues no hay muchas opciones reales, asumiendo que hay que proteger la calidad y la legalidad y no comprando a los que vienen con el precio más barato y la oferta del día. Exigiendo papeles, certificados, garantías. Respetando las empresas y negocios de nuestros proveedores para que también sea respetada mi empresa y mi puesto de trabajo. Entendiendo que más barato y más rápido no es real ni es verdad.

Y llegado este punto, desmitifiquemos una verdad absoluta de los últimos años, esa de “ves? Mira si ganaban pasta antes, ahora venden por la mitad”. Bien, un buen amigo mío tuvo el detalle de llevarme de nuevo a la fábrica donde producen ciertos componentes de cierta gran marca antes y después de la crisis. Cuando fui hace muchos años, el nivel de calidad, sofisticación y durabilidad de los productos y procesos de fabricación eran increíbles. Los niveles actuales están muy por debajo de entonces. Si, cierto, la carcasa que vemos, lo que parece que es, incluso el nombre, es igual, pero dentro… Vamos, que no es lo mismo Kate Perry que mi Perro Kate, por mucho maquillaje y complementos le ponga. Si queremos salir de la crisis y llegar a un nuevo sistema económico de confianza, de bonanza, no podemos seguir son estos criterios de bajar, bajar, bajar, apretar, exigir, machacar.  No siempre habrá “otro” por si yo no quiero. No siempre lo arreglará otro. No siempre habrá uno más barato. No siempre tendremos la oportunidad de defender nuestro puesto de trabajo. No siempre podremos seguir comprando sin que algo falle de manera grave para la salud, la vida o el riesgo de las personas o los bienes. 

Si queremos salir de la crisis, debemos de empezar a ser solidarios con los demás y con nosotros mismos.

Fdo. Sergio Colado Garcia  CEO Nechi Ingeniería S.L.P.



Un año muy movido y vacío de noticias en este blog, pero con esta entrada primera y ultima de este año, despedimos el año para agarrar 2014 con fuerza. Recordad el Mundo no gira solo, lo hacen girar las personas y los ingenieros logran que no se caiga!!

Feliz Año!!